Los pueblos indígenas y tribales, junto con las comunidades rurales que practican agricultura, pesca y recolección de subsistencia, son los principales guardianes de la biodiversidad a nivel planetario, pues han desarrollado un profundo conocimiento local de los ecosistemas en que habitan y son por tanto, quienes están en mejor posición de advertir las consecuencias ecológicas negativas de las intervenciones en sus territorios. Por su parte, aquellos que llevando un estilo de vida urbano, realizan actividades deportivas o recreativas al aire libre, adquieren altos niveles de comprensión del medio, que les permite desarrollar una sensibilidad especial frente a la destrucción ambiental.
El factor común entre ello es el vínculo, que se logra a través del conocimiento y es por eso que, junto con la relevancia de que Chile transite hacia un modelo de desarrollo sustentable con una regulación ambiental adecuada que permita garantizar un medio ambiente sano, es importante instalar la idea del derecho a acceder a la naturaleza y a disfrutar del entorno, pues de ese vínculo que se crea depende, en buena medida, la conservación del medio ambiente para las futuras generaciones.