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Me han enojado los políticos por tanto tiempo como he sido activista. A continuación, el motivo por el que todavía voy a votar.
Caminé al interior de una celda en Washington D.C. con las manos esposadas detrás de la espalda. Era fría, con paredes de color verde, como las de los hospitales, que contrastaban con el abrigo rojo que me había puesto para la protesta de esa mañana. Un policía del Capitolio estadounidense me había arrestado unas horas antes por protagonizar una manifestación pacífica junto a docenas de otros activistas. El grupo estaba conformado por personas de todas las generaciones, contextos sociales, etnias y niveles de ingresos. Y todos estábamos allí por la misma razón: exigir acciones concretas para enfrentar la crisis climática.
Corría 2019 y, para ese entonces, el gobierno estadounidense no había aprobado ninguna política climática integral, a pesar de estar al tanto, desde hacía medio siglo, del peligro que representan las emisiones de combustibles fósiles. Muchas cosas cambiarían en los años venideros. Sufrimos una pandemia mundial y, por fin, logramos presionar al Congreso lo suficiente para que aprobara la legislación de gastos en materia climática más importante del país, conocida como Ley de Reducción de la Inflación. No obstante, mucho siguió siendo igual. Los desastres ambientales se intensificaron y los lobistas de la industria de los combustibles fósiles continuaron financiando a nuestras autoridades mientras sus refinerías, plantas y oleoductos seguían envenenando a más y más comunidades.
Escribo esto en 2024. No puedo predecir lo que sucederá más adelante. Pero sé, tal como señalan la ciencia y la historia, que un futuro habitable es algo que está a nuestro alcance, y que alcanzarlo no depende de las promesas de campaña de los políticos, sino de que todos sigamos votando, sin importar lo desilusionados que podamos estar del sistema actual. Tras el sufragio, los movimientos sociales tendrán el poder de exigir que las promesas se cumplan.
Se los digo yo, que he protestado desde 1970: por los derechos civiles, la paz en Vietnam, la igualdad de género, la soberanía indígena y la justicia climática. Si hay algo que he aprendido, es que los políticos no se despiertan un día siendo conscientes, como por arte de magia, de lo que está bien y lo que está mal. La cuestión es que, una vez que asumen el cargo, los movimientos sociales los presionan para que hagan lo correcto. Y es en ese fantástico momento que lo “políticamente imposible” pasa a ser inevitable.
Una foto policial de 1970 en la que se observa a Fonda a sus treinta y dos años, tras ser falsamente acusada de narcotráfico durante su gira internacional de conferencias contra la guerra de Vietnam. El oficial que la detuvo le comentó que las órdenes venían directo de la Casa Blanca. Más tarde se enteró de que el FBI y la CIA habían rastreado sus actividades durante meses. Foto: Kypros.
A pesar de que contamos con la Ley de Reducción de la Inflación, la situación climática va en camino hacia una catástrofe: 2024 ha sido el año con las temperaturas más altas jamás registradas, lo que ha generado en gran medida inundaciones e incendios masivos, así como olas de calor extremo en todo el planeta. Si no dejamos de quemar combustibles fósiles a la brevedad, la crisis climática le costará a nuestra economía unos 38 billones de dólares anuales en daños para 2050, además arrasará con la biodiversidad de la que dependen nuestros ecosistemas y desencadenará conflictos globales por recursos básicos, como la comida y el agua. Mientras tanto, la población en todo el país —en especial las personas de color, las clases menos favorecidas y los pueblos indígenas— sufre muchísimo al estar rodeada de refinerías, bases de fracturación hidráulica y la actividad de pozos petrolíferos. Muchas de ellas, incluso, careciendo de agua potable para beber, cocinar y asearse.
Puede que mientras leas esto estés pensando que la contaminación de los combustibles fósiles no afecta de forma directa tu comunidad. Pero no es así. Los contaminantes no se detienen en las fronteras de los sectores de bajos ingresos. Todos, sin excepción, vivimos sumergidos en un caldo de químicos y vapores. Según la organización Clean Air Task Force, las emisiones procedentes de la industria petrolífera pusieron a 14 millones de personas a lo largo de todo el país en mayor riesgo de padecer cáncer durante el año pasado. La Sociedad Americana contra el Cáncer prevé que alrededor del 40% de los estadounidenses desarrollará cáncer en algún momento de su vida y cree que se efectuarán más de 2 millones de diagnósticos solo este año.
No obstante, en vez de reducir las emisiones peligrosas para proteger nuestra salud y detener el calentamiento global, este país va en la dirección contraria, pues muchas personas a las que elegimos para ocupar cargos públicos reciben dinero de la industria de los combustibles fósiles. En 2023 las grandes empresas petrolíferas del planeta gastaron más de 133 millones de dólares comprando el favor de oficiales gubernamentales. Este dañino círculo vicioso en nuestra democracia impide que se aprueben leyes a favor de la transición energética que, según los científicos, nos resulta tan necesaria.
Si de verdad queremos un futuro habitable, necesitamos tener tantos políticos como sea posible en el poder, en todos los niveles del gobierno, prestando atención a las demandas del movimiento climático. En la actualidad, la mayoría de los congresistas republicanos, así como también algunos demócratas, continúan recibiendo dinero de la industria de los combustibles fósiles y atendiendo a sus exigencias. En los gobiernos estatales también existen innumerables defensores de este tipo de fuentes de energía, son a los que llamo “demócratas petroleros”, y se mueven por las legislaturas y por el Capitolio con los lobistas de su lado. No podemos permitir que esta situación siga así. Tratar de negociar con los políticos a favor de los combustibles fósiles no nos llevará a ningún lado.
Si estás leyendo esto, seguramente eres consciente de la crisis climática. El público también conoce del problema. Más de la mitad de los estadounidenses lo considera una amenaza importante. Es más, según Pew Research Center, dos tercios de la población exige un mayor apoyo gubernamental en cuanto a la producción de energías renovables. Ya no se trata de convencer a las masas de que la situación es compleja, sino de asegurarnos de que esta mayoría preocupada actúe.
Fonda baja de un avión en el aeropuerto de Toronto, Canadá, en 1970, durante su gira de conferencias contra la guerra de Vietnam, un día antes de que la policía estadounidense las arrestara en el aeropuerto de Cleveland (Ohio). Foto: Boris Spremo.
Entonces, estas son mis tres peticiones para ti.
Asegúrate de que estás registrado para votar y de tener un plan para hacerlo.
Para empezar, puedes dedicar algo de tiempo a investigar el historial de los candidatos en materia climática. Muchas organizaciones ambientales de larga trayectoria, como la Liga de Votantes por la Conservación, cuentan con tablas de puntuación para ayudar a los votantes a identificar qué candidatos al Congreso disponen de expedientes sólidos sobre el tema. También existen grupos no partidistas, como OpenSecrets, que te permiten saber cuáles reciben dinero de la industria de los combustibles fósiles; de esta manera, puedes saber en quiénes confiar.
Es también fundamental familiarizarse con los candidatos a cargos de menor perfil. En Jane Fonda Climate PAC, mi comité de acción política, nos enfocamos en preparar a los votantes para que se mantengan comprometidos con elecciones de este tipo, pues ahora mismo son críticas en lo que a labores climáticas determinantes se refiere. Los consejos municipales, juntas de supervisores, ejecutivos de condados y alcaldes desempeñan un rol importantísimo en este campo.
Segundo, durante los próximos meses, ofrécete como voluntario para promover el derecho al voto.
Esto significa ir hacer puerta a puerta, incentivar a los votantes, observar urnas electorales, escribir cartas y enviar mensajes. Se trata del paso más importante en lo que se refiere al compromiso con las votaciones, pues es donde tu voz puede tener un impacto significativo. Tan solo con una hora de tu tiempo puedes conseguir algunos cuantos votos extra, lo que implica que, si miles de nosotros nos ofrecemos como voluntarios para esta tarea, podemos cambiar el rumbo de las cosas y ganar las elecciones clave. Asegúrate de participar, ya sea que puedas donar una hora de tu tiempo o todo tu fin de semana; no importa si eres introvertido o extrovertido, como yo.
Y lo que sería aún mejor: pídeles a tus amigos y familiares que también lo hagan. Ahora mismo estoy mandando mensajes de texto, correos y llamando en masa a toda mi red de contactos para que salgan a votar. Les digo que las elecciones de este año son existenciales. Se trata de decidir entre la democracia, por imperfecta que sea, y el fascismo. No debe haber voto castigo ni abstención.
Por último, no importa quien gane, únetenos en las calles para ejercer una enorme y pacífica presión que ponga fin al Statu quo.
Si comienzas a sentirte abrumado por el peso de las circunstancias, recuerda esto: las protestas funcionan cuando existen oídos dispuestos a escuchar y a responder en los sitios de poder. Es por eso que votar es tan importante. No tenemos que amar a los políticos que elegimos. Solo necesitamos que estén dispuestos a escuchar tanto a la ciencia como al público y sus preocupaciones. Y que luego tengan el valor de actuar.
Jane Fonda
Jane Fonda es una reconocida actriz y activista. En 2022 fundó el Jane Fonda Climate PAC, un comité enfocado en derrotar a los políticos aliados con la industria de los combustibles fósiles.