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Mentoría queer y escalada

Lor Sabourin & Madaleine Sorkin / / 13 min de lectura / Climbing, Comunidad

Una conversación entre Lor Sabourin y Madaleine Sorkin.

Todas las fotografías por Blake McCord

Queride Lor,

Cuando me dijiste que Patagonia quería que escribiéramos sobre nuestro viaje de escalada al Hulk en 2019 me reí y luego noté que se me apretaban el pecho y la garganta. Según recordamos, ese viaje fue difícil y me imagino que describir nuestra relación lo sería también. Jamás pensé que nuestra historia pudiera ser lo que realmente les interesaba.

Convertirnos en cordada se sentía como algo evidente y emocionante. Con nuestros 11 años de diferencia en edad, y como yo llevo más tiempo escalando, tenía sentido que lo intentáramos, inicialmente, para encajar en el típico modelo mentor–aprendiz. Pero también estábamos navegando experiencias superpuestas y divergentes en relación a lo queer y las disonancias corporales y de género. No teníamos un bosquejo de cómo nuestra asociación en la escalada podría verse.

He aprendido de nuestro tiempo juntes que decir la verdad en el momento y relacionarse es lo que le entrega a las generaciones adyacentes una oportunidad para realmente hablar entre ellas. Mantenerse presente y nombrar la inevitable tensión que surge de nuestras similitudes y diferencias al interactuar es precisamente la medicina que necesitamos para ser les aliades que queremos.

Hay tanto que quisiera haberte dicho en momentos difíciles cuando mi mente estaba repleta de frases de autosuperación y mi cuerpo solo respondía a la ecolocalización. Con la garganta apretada, pienso que quisiera habernos dado la oportunidad de detenernos y quizás comenzar de nuevo. Quizás ese es el valor de revisitar ese momento: lo puedo hacer ahora.

*

Queride Mad,

Nunca te he contado esto, pero cuando tenía 14 años, mi papá me construyó una estructura de madera en mi habitación para colgar una tabla de entrenamiento de dedos. La cubrí con fotografías de escaladores icónicos y ambiciosas listas de mis zonas de escalada favoritas en el sureste, al medio había un artículo de la revista Climbing sobre ti y Kate Rutherford liberando juntes el Moonlight Buttress. Como adolescente que creció en Detroit, nunca había ido al parque nacional Zion y no era capaz de distinguir la diferencia entre escalar Moonlight o encadenar un 5.12 bien vertical en el gimnasio. Pero sí sabía que ambas cosas era rudas. Pensé que si hacía suficientes tracciones y pesos muertos quizás podría llegar a ser como tú.

Diez años después, cuando te conocí en el largo del crux del Moonlight Buttress, quedé en shock. Me alentaste mientras sobreprotegía el crux y celebraste cuando pasé la cuerda por las cadenas. Mientras esperaba que cruzaras la reunión, pensaba en qué decirte cuando pasaras. Eras más grande que la vida para mí. A mis ojos, estabas viviendo tu verdad sin pedirle permiso a nadie, pavimentando el camino para que una generación de escaladores queer persiguiera lo que amaban en sus propios términos. Al mirar hacia atrás, me doy cuenta de que ponerte en un pedestal fue la primera de muchas formas en las que fallé para realmente darte espacio en nuestra relación como escaladores. En mi propio deseo de un héroe, creé una distancia entre nosotres que, a veces, se sentía imposible de romper.

*

Lor escala el primer largo del Blowhard. Incredible Hulk, Eastern Sierra, California.

Queride Lor,

Aquel día en Moonlight se sintió como si el futuro estuviera llegando. Tenías casi la misma edad que yo cuando liberé la ruta, excepto que habían pasado 12 años y tú estabas encadenándola con tu novia. Me gustaron tus movimientos tan reflexivos y pensé que debías ser muy fuerte para escalar tan lento. Cuando tú y Amanda nos dejaron pasar, recuerdo que compartimos un momento, nos miramos y nos sonreímos mutuamente por la serendipia de habernos conocido ahí.

Regresé a casa donde me esperaba Henna, mi futura esposa, llena de energía. Cuando Kate y yo liberamos Moonlight en 2006, fue un salto para nosotras y para la cultura de escalada al celebrar a dos mujeres que emprendían una tarea así de difícil, juntas, sin un hombre. Ser queer significaba ser tratada en ese entonces como alguien aparte. Sentía que necesitaba fingir que no era un problema. Había salido del clóset públicamente, pero no buscaba ser parte de la comunidad queer u ondear una bandera multicolor (pensé sí que de vez en cuando colgaría una de un portaledge). Estaba obsesionada con escalar y no me podía imaginar destinar parte de mi tiempo a una relación, mucho menos una queer. No podía ver entonces, que ser queer no era una parte separada de mí.

Cuando tú y yo comenzamos a escalar juntes, sabía que tenías una imagen ficticia de mí, rompiéndola y viviendo mi sueño queer. Es verdad que amaba las grandes paredes y las expediciones, pero la verdad completa tenía muchos más matices y era más dolorosa. Mi deseo insaciable por liberar grandes y difíciles paredes era en parte por no sentirme bien en el mundo. A menudo me sentía ansiosa y vacía durante las expediciones.

Estar con otra persona queer me ofrece algo distinto. Nuestras semejanzas logran conectarme con todo mi cuerpo y me recuerdan que debo ocupar el espacio tal y como soy. Conocerte significó que mi conciencia viniera inmediatamente al presente. Pero, desde el principio, también sentí una discordancia contigo. Esperaba que desapareciera a medida que pasábamos más tiempo juntes, pero la verdad es que parte de mí se sentía amenazada. Me sentía en constante competencia e incluso con celos.

Escalar contigo era, en un momento, como volver a casa junto a partes de mí con las que me había enemistado, y al momento siguiente, era como haber sido atacada por una bandada de pericos, burlándose de todas las formas en que había dividido o atrofiado mi desarrollo en una búsqueda únicamente enfocada en la escalada: ¡¿por qué no estás más involucrada en la comunidad queer?, ¿por qué no eres activista?, ¿eres consciente de la identidad queer o al menos de lo esencial de la cultura queer?, ¿por qué no puedes estar cómoda con no siempre lograr un objetivo difícil?! Al sentir que no era suficiente, me puse en estado de alerta y encarné en ti todas las maneras en las que estaba al debe como persona queer y mentora en escalada.

Escalar contigo me obligó a enfrentar esas partes de mi identidad que había tratado de ignorar.

*

Una reunión bastante fría. Eastern Sierra, California.

Queride Mad,

Tú lo has dicho. Esa especie de energía bulímica que acompañaba nuestras conversaciones sobre el ser queer. Recuerdo sentir euforia al tener la oportunidad de traer toda mi identidad a un viaje de escalada con alguien que me entendiera. Hubo momentos en los que nos reconocimos, como cuando podíamos fluir con naturalidad en temas que de otro modo habríamos tenido que explicar durante una hora a otra persona. Mientras me lanzaba a momentos como aquellos, regocijándome en el sentido de pertenencia, percibía esa corriente de dolor subyacente y que tanto tú como yo habíamos aprendido a silenciar. Nos mirábamos mutuamente luchando con nuestras relaciones con la comida, el rendimiento, la familia y las expectativas, sin herramientas para poder apoyarnos de verdad. Quería que lo comprendieras todo y, cuando eso no pasaba, me llegaba ese familiar sentimiento de ser “demasiado”.

Sé que deberíamos estar hablando del Hulk, pero todo esto me recuerda un momento que tuvimos en el primer viaje juntes a un big wall, El Gigante, en México. Durante nuestra caminata, te había contado una idea poco trabajada sobre mi experiencia respecto del género, pensando que recogerías los pedazos mientras yo lanzaba ideas desordenadas. Recuerdo haber dicho algo como que, “me frustraba cuando sentía que no sabía cuál era mi género, pero creo que estoy empezando a disfrutar de verdad mi lado masculino y mi lado femenino al escuchar lo que tienen para decirse entre sí”.

Algo cambió entre nosotros cuando en vez de reafirmar lo que decía, me preguntaste “¿qué quieres decir con eso?” No pensé que me tendría que explicar, sentí decepción.

Pero a la noche siguiente, luego de arrastrarme dentro del portaledge, trajiste el tema nuevamente y me preguntaste, “¿piensas a veces en hacer una transición tomando hormonas o con una cirugía?”

Me había sumergido en el saco de dormir. No estaba acostumbrade a hablar sobre identidad queer con otras personas, especialmente con mis cordadas. Pero contigo no se sentía transgresor. Sentía que me veías de una manera única, no muy diferente a la exposición que sentía al colgar de una pared escarpada en el interior de una delgada plataforma. Había confianza suficiente para empezar a divagar.

*

“Solo el hecho de estar contigo me enfrentaba a mis propios límites, tan difíciles de enfrentar, pero tan deseosos de ser vistos”. Madaleine Sorkin

Lor,

Lo que hubiera querido decirte entonces es: gracias. Apenas hablaba con amigos y amigas sobre género, mucho menos pensar que alguien pudiera sentir lo mismo que yo. Eso, si hubiera podido hablar, porque la avalancha de palabras habría sido “¡peligroso!” y “¡yo también!” e incluso “tu historia suena al mismo tiempo familiar y diferente a la mía”. Quisiera haber podido expresar cuán desadaptade me sentía al ser identificade con un solo género. Te habría pedido que dejáramos de hablar y solo estuviéramos juntes sin palabras.

Sé que no dije nada parecido. Sé que solo callé. Sé que me sentí avergonzade.

A medida que el cañón se oscurecía, vi cómo se abría una distancia entre nosotres. Traté de pensar sobre el día siguiente y nuestra agenda de la escalada mientras me dormía en esa estrecha plataforma, como si fuera tan simple como cambiar de canal. Pero nuestras relaciones con estas identidades están siempre con nosotros, querámoslo o no. A veces, son como elefantes parados uno al lado del otro, a veces dan vueltas entre ellos, otras incluso se dan la espalda. Al menos contigo, estaba aprendiendo a dejar de pretender que no estaban ahí. Solo el hecho de estar contigo me enfrentaba a mis propios límites, tan difíciles de enfrentar, pero tan deseosos de ser vistos.

Para cuando ya era la fecha de nuestro viaje al Hulk, estaba más consciente de las tensiones por las que tú y yo navegábamos, mientras nuestra relación con la escalada, la comida o nuestros cuerpos hablaba silenciosamente. No me sentía mucho mejor al nombrar las tensiones, pero al menos sentía que era responsable de resolverlas. Tímidamente, te pregunté cómo te habías sentido durante los primeros meses de transición. De verdad quería apoyarte, pero el silencio respecto de mi propio viaje llenaba el espacio. Tu transición me hizo notar mi propia relación debilucha con mi identidad no binaria e intensificaba esa sensación de que yo necesitaba “descubrir” cuál era mi género.

El agua que borboteaba serenamente bajo el acarreo parecía recordarnos que movernos gentilmente con nosotres mismes y mutuamente para mantener la escalada simple. Pero no era un mensaje simple para mí. Quería creer que escalar un objetivo difícil y comprometido nos daría algo real en qué enfocarnos. Sin embargo, el día en Venturi Effect nos demostró que era una ilusión.

*

Madaleine emplaza una protección en el segundo largo de Blowhard, en Eastern Sierra.

Queride Mad,

Recuerdo sentir mucho desgaste y confusión ese día en Venturi Effect. Estaba tan atrapade en mis propios pensamientos, que jamás pensé que tú también pudieras asustarte.

Pero cuando comenzaste a escalar me di cuenta de que te veías más nerviose que lo normal y no supe qué hacer. Para mí, eras una fuerza. No podía imaginarme que quisieras recibir consejos o que te recordaran respirar, así que resolví calmar mi propia respiración. Quería darte el espacio que necesitaras. Quizás si pretendía no percatarme de nada, podrías mantener tu status de súper estrella para ambos. Cuando paraste la primera vez, recuerdo haber tratado pasarlo por alto como si nada mientras te decía, “esa parte es difícil de pasar”. Pero no estabas tan lejos como para no notar la expresión de dolor en tu rostro.

A medida que luchábamos en la ruta, retrocediendo en secuencias que “no deberían haber sido tan difíciles” y traspasándonos mutuamente la responsabilidad de puntear el siguiente largo, me di cuenta de que ningune de los dos estaba disfrutando la ruta.

*

Lor,

En retrospectiva, me siento orgullose de todo lo que trabajamos en el Hulk, pero no estoy segure si alguna vez me sentí menos un mentor de lo que me sentí en ese viaje.

Luego de abandonar en Venturi Effect, Blowhard prometía ser más simple sin dejar de ser inspiradora, con esa única línea curva en su largo del crux entregando una hermosa imagen. Pero en cuanto encontramos nuestro ritmo en Blowhard, me di con un muro nuevamente. Una vez que supe que podría liberar el largo, supe que no me importaba. Estaba obsesionade con encontrar algún desafío, pero luego me alejé de él apenas apareció. Pensé que quería un objetivo mayor, pero ese deseo guardaba un miedo más grande respecto de la apatía que estaba sintiendo al escalar. Era un ciclo exasperante.

Dado lo emocionalmente exhaustes que estábamos, tenía sentido que decidiéramos no continuar con la ruta luego de que ambos encadenáramos el largo del crux.

*

Queride Mad,

Cuando te pedí que nos fuéramos después de terminar el largo del crux de Blowhard, sentí una mezcla de vergüenza y alivio. Quería poder quedarme ahí para que tú pudieras resolver tus temas, pero tenía miedo. Aceptaste que nos fuéramos, pero no podía dejar de pensar que te estaba fallando cuando más me necesitabas. En el camino de bajada del Hulk, me contaste historias sobre tus amigos escaladores profesionales que habían encadenado líneas inspiradoras en El Cap. Cuando te pregunté qué había hecho posible para esos escaladores lograr tales hazañas, recuerdo que me respondiste: “No se rinden”.

Se me revolvió un poco el estómago. Ahí me di cuenta de que tal vez tendría que elegir entre mis sueños de convertirme en escaladore profesional y mi determinación por ser una persona que escucha sus necesidades y que lucha contra esos sentimientos para probar su valor a través del trabajo duro. Sabía que ambas cosas me habían quebrado antes.

Siempre te había visto como alguien que representaba la excelencia queer, alguien a quien todo el dolor que enfrenta la comunidad queer no podía tocar gracias tus superpoderes escalando. Pero en ese viaje al Hulk, vi que ambos estábamos procesando ese dolor cada uno a su manera. Permitirme verte como un ser humano, significaba dejar ir la creencia de que podría de alguna manera surgir sobre mi propia historia de dolor, si encadenaba en el siguiente grado. Tenía el corazón roto, pero al mismo tiempo sentí nacer una sensación de libertad.

*

Lor terminando el crux de Blowhard.

Lor,

Discúlpame si te hice daño. Quisiera haber sido más valiente y haber verbalizado mis sentimientos en vez de ser tan dure contigo o conmigo.

Sé que permanecí dentro de mi propia cabeza la mayor parte del tiempo durante ese viaje, tratando de encontrarle algún sentido a la maraña de sentimientos que estaba teniendo sobre mi tránsito como escaladore y persona queer y mientras trataba de apoyarte a ti. Algunos de los sacrificios que hice para alcanzar el éxito, para transformarme en une “escaladore de verdad”, están más claros ahora. No quisiera que los vivas también. Me gustaría pensar que verme luchar te ha animado a descubrir tu propio y único camino hacia las grandes preguntas: ¿hacia dónde quieres llevar tu talento?, ¿dónde estás llamade a ir? Así como a respetar las respuestas.

Estar contigo me desafía a permanecer cerca de mi verdad y estar al mismo tiempo presente para la tuya. Es tan difícil aceptar la tensión, incluso cuando es una parte innata de relacionarse con otros. Me pregunto si podemos aprender a jugar con las nuestras e incluso reírnos de ellas juntes. Quizás la mentoría signifique ayudarte a navegar la tensión entre el escalador que quieres ser y el escalador que eres. Hay dolor cuando dejamos ir quien pensamos queríamos ser o podríamos haber sido, pero hay poder en aprender a decir sí al mismo tiempo que dices no.

*

“Permitirte ser humano, significaba dejar ir la creencia de que podría de alguna manera elevarme por sobre mi propia historia de dolor, si encadenaba el siguiente grado” Lor Sabourin

Queride Mad,

Esa es una de los mayores lecciones que con valentía has ido explorando conmigo: algunos límites son liberadores. Disociar puede ser una forma natural de lidiar con el miedo, pero como persona de género queer, ya estoy constantemente batallando con la disociación, así que agregarle eso a la escalada me puede empujar a espacios insanos. Necesito que la escalada sea una fuente de personificación para mí. Es decir, me rehúso a empujarme a mí misme en algunas formas, para así poder empujar mi potencial en otras.

Comencé a escalar con compañeres no binarios acá en Flagstaff. Son más fuertes de lo que creen y siento que están años luz delante de mí en la comprensión sobre sí mismes. Mientras trato de seguirles el ritmo en conversaciones sobre teoría queer y su agenda de escalada sin días de descanso, me he dado cuenta del regalo que me has dado en nuestras complejas aventuras.

Seguiste conversando conmigo aún cuando no sabías qué decir, cuando mis palabras suscitaban sentimientos extraños o peligrosos. Me permitiste ver la rabia, la impaciencia y otras emociones que en realidad hubieras preferido eliminar. Y cuando mi propio comportamiento levantaba tus recuerdos dolorosos, usaste todas las herramientas que tenías para explorarlos conmigo, incluso cuando no se sentía que esas herramientas fueran suficientes.

Te mostraste de forma humana, Mad, y me enseñaste que estaba bien ser humano.

De ti he aprendido que la mentoría, especialmente como miembros de una comunidad que tiene prisa en alcanzar derechos básicos, no significa empujar a alguien para lograr sus sueños más alocados. Sino que significa entregar un lugar sólido (y sí, a veces caótico) para crecer y explorar quienes son.

La mentoría no significa tener las respuestas. Significa escuchar las lecciones que mi joven amigue ha aprendido e incorporarlas en mi propio viaje hacia la sanación.

*

Madaleine en la reunión, viendo a Lor desde diferentes ángulos.

Lor,

En este momento recuerdo una de mis citas favoritas del gran poeta Joy Harjo, “Llegamos aquí solo para ser nosotros, nuestra risa, nuestras heridas, nuestra felicidad, nuestra lucha”. Y también ahora recuerdo los últimos instantes de nuestro viaje al Hulk, cuando después de ese embarazoso y taciturno silencio en el auto junto al lago, quedamos en ropa interior y sumergimos nuestros cuerpos sudorosos en el agua. Nos sumergimos hasta las rodillas en el lago, frente a frente, una vez más. Reflejándonos. Relajándonos. Por un instante, nos miramos mutuamente. Nuestra desadaptación. Nuestra pertenencia. Y la gratitud inmensa de simplemente haber regresado y estar juntes. Qué extraño y qué hermoso.

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Perfil de autor

Lor Sabourin

Lor es escaladore y mentore en entrenamiento mental residente en Southwest, Estados Unidos. Le apasiona la importancia de la educación basada en el contexto del sujeto para construir comunidades sanas y le fascinan las formas en las que la defensa del medioambiente se une con la salud mental. Lor ama el amanecer, las aproximaciones aventureras y las frases ingeniosas y oportunas.

Perfil de autor

Madaleine Sorkin

Madaleine es una escaladora que vive de forma creativa con su esposa en un hogar desconectado de la red eléctrica cerca de Black Canyon, en el área del Gunnison National Park, Colorado. Es fundadora del Climbing Grief Fund y guía de roca AMGA. Cada vez más hogareña, Mad aún viaja para escalar paredes altas y difíciles, así como entrenar de forma entretenida a escaladores que buscan su máximo potencial.