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Un movimiento comunitario por la seguridad en la montaña.
Sentir una avalancha detonarse bajo tu tabla es una de esas experiencias que tienen el poder de cambiarlo todo. La del 14 de julio de 2016, en La Parva, hizo exactamente eso para Federico Mekis. De alguna manera, tal vez la peor de todas, esa jornada oscura fue el punto de partida para un movimiento que hoy une comunidades y expande conocimientos a lo largo de los Andes en torno a la seguridad y la conciencia de lo que significa moverse por terrenos nevados.
Ese día, para Fede y al menos dos deportistas en la misma zona, la fortuna estuvo de su lado. Para la destacada freerider sueca Matilda Rapaport, en cambio, las consecuencias de la avalancha que la atrapó en el sector del Cajón del Maipo —no tan lejos de los otros incidentes— le costarían la vida más tarde esa semana. La noticia enlutó a la comunidad de la nieve en todo el mundo y para Fede gatilló una conclusión irrefutable: A pesar de los años sobre la tabla y las cientos de líneas bajadas a lo largo de la Cordillera de los Andes, ni él ni sus amigos estaban preparados para evaluar el terreno, tomar decisiones para minimizar el riesgo fuera de pista, ni mucho menos reaccionar al verse enfrentados a una avalancha.
De esa experiencia y de la energía que caracteriza a Fede nació la primera versión de Andes Consciente, básicamente una pequeña reunión entre amigos que junto al snowboarder local, Sebastián Goñi, definieron como “un encuentro comunitario para despertar y crear conciencia en seguridad de avalanchas y en la montaña”.
“Lo que buscamos con Andes Consciente, es inspirar a las comunidades de montaña a informarse y educarse sobre los riesgos que existen al ir al salir al backcountry, conocer las herramientas para andar seguros y practicar continuamente las técnicas de prevención y cómo reaccionar en los deportes que nos apasionan”, cuenta Fede a modo de recapitulación. Ese es el espíritu que ha guiado estos encuentros desde el comienzo y que hoy, seis años y una pandemia después, sigue reuniendo a un número cada vez más grande de deportistas para aprender y compartir sus conocimientos —desde principiantes a expertos— ahora en formatos tanto online como presenciales.
“Lo interesante”, complementa Juliana García, “es que no se trata de un curso de seguridad en avalanchas o una certificación de montaña, sino más bien de una conversación entre pares donde se comparten conocimientos, se informa sobre riesgos, gestión del riesgo y se aprovecha la experiencia de los participantes para profundizar en un formato más colaborativo”. Juliana, embajadora de Patagonia y primera latinoamericana en certificarse como guía UIAGM, estuvo súper involucrada en la expansión de Andes Consciente al mundo digital y la actualización del currículum y la metodología de los encuentros que sucedió durante la pandemia, lo que permitió llevar estas jornadas a más comunidades de montaña en Latinoamérica.
“Durante estos años, Andes Consciente nos ha permitido reconectarnos como comunidad y compartir conocimientos. A mí me da felicidad ver cómo la cultura se va ampliando, cómo la comunidad se multiplica, porque creo que el compartir en torno al deporte y la montaña es una herramienta de desarrollo social que contribuye a la calidad de vida de las personas”, reflexiona Ignacio Donoso, líder local en la comunidad de Corralco.
La convocatoria que han tenido los eventos presenciales de este año en Santiago, Osorno, Chillán, Malalcahuello, Coyhaique, Bariloche y Ushuaia —además de las tres sesiones online que se realizaron durante junio con asistentes de toda la región y líderes locales de México, Ecuador, Chile y Argentina— hace ver que una instancia como esta hacía falta y que deportistas de todos los niveles la esperan cuando la cordillera empieza a teñirse de invierno. “Hoy en día es como si Andes Consciente marcara el inicio de cada temporada. Es un momento para reunirnos, hablar y practicar temas de seguridad, rescates y compartir experiencias personales en accidentes o incidentes en la montaña. Es una forma de enriquecer y contribuir a la comunidad de la nieve en cada localidad”, afirma José Manuel “Teta” Bustos, líder local a cargo de la reunión en Osorno, Chile.
Los resultados no son casualidad. Al contrario, son el fruto del trabajo que Fede y todo el equipo de Andes Consciente han venido haciendo a lo largo de estos años. Lo que antes eran reuniones esporádicas, hoy se ha convertido en un movimiento y los encuentros siguen una metodología que se apoya en lo que el equipo denominó la Teoría de Cambio, un sistema que ofrece estructura para cada sesión —online o presencial— y permite gestionar acciones a futuro cuyo impacto sea medible y permita empoderar a los líderes locales en cada comunidad. Con esta nueva metodología, explica el mismo Fede, Andes Consciente pone el foco en el desarrollo de las comunidades y el traspaso de conocimiento entre pares, con el objetivo de generar conciencia y motivar el interés de cada uno por informarse y educarse para una práctica segura de los deportes de montaña. Al día de hoy, las jornadas digitales y presenciales han congregado a más de 3.500 personas.
Los encuentros parten al alba, los participantes van llegando de a poco, aparecen algunas caras conocidas, otras no tanto, pero los saludos y la camaradería son transversales. Antes de comenzar, las historias sobre avalanchas y encuentros cercanos corren a la orden del día. Si una cosa queda clara, es que en las montañas latinoamericanas no abunda la información de calidad en relación a los peligros que presenta el terreno o cómo minimizarlos y, aunque cada vez son más los esfuerzos en esta dirección, aún hay oportunidad de mejorar. Pero aquí todos están en la misma página, aprendiendo, tratando de revertir esa realidad.
“En la montaña hasta los expertos cometen errores fatales y para los que recién comienzan ese riesgo es aún mayor. Espacios como este, gratuitos e integrativos, son la clave para un futuro en donde las montañas no sean una ruleta rusa, en el que si querés formarte realmente podés hacerlo, tal vez más despacio que aquel que abona formaciones, pero ya iniciaste el camino y eso es un montón”, reflexiona Julieta Del Castillo, esquiadora argentina y líder local en el encuentro de Bariloche de finales de julio.
Cuando el grupo ya está completo se inicia la jornada. Hay presentaciones y una introducción por parte de los líderes locales a cargo de la sesión. Su figura es fundamental. Experimentados y reconocidos en su entorno, ellos tienen la misión de reunir a la comunidad y guiar el encuentro, pero también son impulsores del cambio al interior de las comunidades, promoviendo el propósito de este movimiento y alentando la generación de más instancias en torno a la conciencia y la seguridad en la montaña. “El ruido que hace Andes Consciente multiplica. Al menos en Tierra del Fuego esto fue como un despertar para que otras personas y otras organizaciones se pusieran el tema al hombro y buscaran otras formas de entregar esta información, también gratuitas, también más abocadas a la comunidad… a generar una comunidad más consciente”, nos cuenta Nahuel Stauch, líder local del encuentro que se realizó en Ushuaia.
Si bien la mayor parte de quienes llegan a una reunión de Andes Consciente tienen conocimientos sobre seguridad en avalanchas, hay una buena parte que nunca ha usado un DVA (una sigla poco conocida para el Detector de Víctimas de Avalancha, o ARVA), mucho menos una sonda ni conocen la técnica correcta para ubicar y desenterrar a quién ha quedado bajo el manto de nieve. Por eso, la jornada continúa con las pieles puestas, el grupo sale de la zona de reunión y gana altura para iniciar la práctica con estas herramientas. Es en esta sección del día donde mejor se evidencia la vibra comunitaria y se siente cómo fluye el conocimiento entre unos y otros. Sin ser un curso formal, como mencionaba Juliana, aquí los que saben más apoyan a los que menos y el grupo logra dimensionar lo que realmente significa conducir una operación de rescate. La invitación es a perfeccionarse tomando cursos oficiales, pero sobre todo hacer de la práctica un ejercicio de rutina.
“Muchos postergan su capacitación en seguridad porque es caro acceder al equipo y los cursos. Eso hace que cada vez sean más las personas que van a la montaña sin conocimientos, por lo que el rol educativo en estas actividades es fundamental”, comenta Felipe Sepúlveda, a lo que Francisca Navarro complementa, “Lo que estamos haciendo es un comienzo y los comienzos son grandes oportunidades para construir bases sólidas. Lo importante es que todos nos convirtamos en riders, guías, instructores y humanos más responsables”. Felipe y Fran lideraron el encuentro de este año en Chillán, Chile, y llevan ya bastante tiempo impulsando la formación en seguridad tanto para profesionales como entusiastas recreativos.
Así como la avalancha de 2016 tuvo el poder de gatillar un cambio en Fede, el equipo de Andes Consciente y los líderes locales tienen un compromiso por dotar a estas reuniones de un poder similar, uno que despierte conciencias, fomente la educación y consolide el intercambio de conocimientos al interior de las comunidades, y entre ellas, como una forma de derribar barreras y avanzar hacia una escena del esquí y el snowboard donde andar seguros sea tan importante como la más radical de las líneas.
“Para mí el rasgo distintivo de esta jornada es el círculo que forman los participantes. Poder compartir círculos de aprendizaje me llena de esperanza al pensar en el futuro de estas comunidades de nieve. El círculo y la conciencia son claves para el desarrollo evolutivo y qué mejor que ver que eso se gesta en el ambiente que me crio, la montaña”, ahonda Julieta del Castillo en la conversación sobre lo que caracteriza a estos encuentros y la importancia de generar interacciones intergeneracionales más allá de la típica relación mentor-aprendiz, sino que se inserten en la idiosincrasia de la comunidad.
Conocer lo que hay detrás de estos encuentros a través de las voces de quienes los han llevado del papel a la montaña me llevó a pensar en mi relación con quienes fueron (y aún son) mis mentores, con mi círculo de amigos y cordadas. ¿Cuán conscientes hemos sido de los riesgos a los que nos hemos enfrentado?, ¿cuánto tiempo le hemos dedicado a la práctica de procedimientos de seguridad y rescate? La respuesta para ambas me aprieta un poco la garganta. Sin duda, la generación de comunidades más conscientes de lo que enfrentan en la montaña es tarea de todos, pero claramente tenemos que partir por casa. Mientras más en serio nos tomemos esta idea, es más también lo que podremos aportar para el resto en un encuentro como los de Andes Consciente.
“Creo que lo que todos sacamos en limpio es la importancia de que el trabajo sea constante y no sólo estacional, no solo cuando vemos venir la nieve y se nos despierta el ansia por subir a la montaña. Si el amor por esos lugares donde disfrutamos ascendiendo y descendiendo es permanente, también debe serlo nuestro compromiso y trabajo por hacer de ellos lugares más seguros para todos”, concluye Fede.
Si quieres saber más sobre Andes Consciente y sus jornadas de seguridad de montaña, visita su sitio web y síguelos en redes sociales.
Rafael Olavarría
Rafa es asesor editorial para Patagonia Latinoamérica y coordinador del Programa en Español de NOLS Patagonia. Vive en Santiago, Chile, y es la cuarta parte de un todo junto a Xime, Manu y Amelia.