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Las comunidades del Cajón del Maipo, en Chile, ven su entorno amenazado por un proyecto innecesario.
Cada vez que vuelvo a casa miro hacia las montañas, siento la brisa bajando desde la parte alta del valle y miro hacia el río preguntándome ¿Por cuánto tiempo más este lugar se va a mantener como lo conocemos?, ¿por cuánto tiempo más vamos a ver el río correr? Me gustaría que la respuesta fuera, “por un largo tiempo más”, pero la verdad es que cada día esa esperanza se siente cada vez más incierta.
He visto este valle cambiando significativamente en poco tiempo. Es casi como si activamente se resistiera a la ambición, a la codicia de las personas y los impactos acumulados de tantas industrias extractivas que históricamente han arrancado pedazos de este ecosistema, convirtiéndolos en dinero y ganancias para sus negocios y grandes corporaciones. Sumado a esto están los impactos de la crisis climática y la intensa sequía que estamos viviendo en esta parte del continente. No estoy seguro de cuánto más este valle puede aguantar. Lo que es claro, es que el Maipo está en apuros.
La proximidad del Maipo a la ciudad más poblada del país, Santiago, le ha impuesto un destino como la zona de extracción y proveedora de recursos naturales de la capital. Minería, centrales hidroeléctricas y extracción de áridos, son algunas de las actividades concentradas en la parte alta de la cuenca. “Extracción, extracción y extracción”, esta ha sido la lógica, una suerte de mantra para la economía chilena por largo tiempo y las cicatrices que muestra el Maipo son una representación perfecta de estos impactos.
De todas las industrias que amenazan su integridad, hay una que puede ser la estocada final para este lugar: Alto Maipo. Alto Maipo es una mega central hidroeléctrica operada por la empresa estadounidense AES Andes (hasta hace poco AES GENER) y la empresa de ingeniería austriaca Strabag. El objetivo de este proyecto es capturar las aguas de las tres principales sub cuencas del río Maipo y entubar las aguas a través de una serie de túneles construidos bajo las montañas para producir energía. A pesar de enfrentar una intensa oposición de la comunidad durante sus años de construcción, el proyecto Alto Maipo está cerca de completarse. No existe una necesidad real para esta energía en Chile en este momento. De hecho, el sistema energético, está sobreabastecido. La energía que este proyecto potencialmente podría generar es principalmente para abastecer a futuros proyectos mineros en la región, lo que generará aún más impactos negativos en la zona. Alto Maipo representa la punta del iceberg para futuros proyectos extractivos en esta región de Chile.
“Esta relación con la tierra no representa lo que nuestra generación y la mayoría de los chilenos quiere en este momento. Esta no es la manera en que queremos ver este lugar desarrollarse. Nosotros, como locales de este valle, creemos que este lugar tiene mucho más que ofrecer, ahora y en el futuro. Soñamos más allá de la extracción.”
Un poco de contexto. El valle del río Maipo está localizado en las montañas justo al lado de Santiago, capital y ciudad más poblada de Chile. El Cajón del Maipo, como lo llamamos, juega un rol ecológico fundamental para la región entera. Esta cuenca completa hace la vida posible para millones de personas, abastece de agua potable a la ciudad de Santiago, provee de aire limpio a la región riega los campos en el valle central. Esa agua está almacenada en cientos de glaciares y concentrada en los acuíferos, lagos, esteros y arroyos ubicados en las montañas de la cuenca.
La población humana, como también la diversa flora y fauna de la cuenca, dependen directamente de la salud del río Maipo y en este momento el ecosistema está muy desequilibrado. En palabras simples, Alto Maipo es una mega central hidroeléctrica que está a punto de terminar su construcción en medio de una de las sequías más intensas registradas en nuestra región. Va a dañar irreparablemente el frágil ecosistema en el que vivimos. Llevarse el agua de estas cuencas, con la evidencia de la emergencia climática y la intensa sequía que se ha prolongado por más de una década, es un verdadero ecocidio. Es un claro ejemplo de falta de justicia social y ambiental. El territorio y la gente que habita el Cajón del Maipo no debe pagar el costo ambiental de tener todas estas industrias instaladas en esta cuenca sólo para servir a los intereses y llenar los bolsillos de las grandes ciudades y corporaciones en lugares lejanos.
Esta relación con la tierra no representa lo que nuestra generación y la mayoría de los chilenos quiere en este momento. Esta no es la manera en que queremos ver este lugar desarrollarse. Nosotros, como locales de este valle, creemos que este lugar tiene mucho más que ofrecer, ahora y en el futuro. Soñamos más allá de la extracción.
Para la mayoría de las personas nacidas en esta la Región Metropolitana, el Cajón del Maipo es probablemente el lugar donde tuvimos nuestros primeros encuentros con las actividades al aire libre. Es la zona de recreación para más de 7 millones de personas que viven en la zona central del país. Más allá de los residentes de la región, también es un hermoso lugar para millones de visitantes y turistas. Cuando era niño, mis primeras experiencias al aire libre fueron en el Cajón del Maipo. Aquí están las primeras montañas que escalé. Mi pasado y presente están conectados aquí, los primeros campamentos que hice tienen sus raíces en este lugar donde ahora vivo.
Pero el rol de esta localidad ha ido cambiado con el tiempo y ha habido una evolución en la identidad del lugar. A pesar de que todos los que viven en esta región dependen de la integridad ecológica de esta área, hay una pequeña población que vive en la sección más alta de la cuenca, cerca de las montañas, y son aún más vulnerables a los impactos de estos proyectos extractivos respaldados por empresas extranjeras. El Cajón del Maipo es el hogar de comunidades que lo dotan de idiosincrasia y lo convierten en un lugar especial.
Este lugar es el hogar de quienes nacieron aquí y tienen tradiciones muy fuertes y bien definidas, viven en el campo, las zonas rurales más bajas del valle y habitan las laderas de las montañas. Viven de forma sencilla, sus ingresos dependen directamente del trabajo de la tierra y las áreas de pastoreo para alimentar a sus animales. Son testigos, víctimas de la falta de agua en la montaña y su estilo de vida se ha visto afectado por esto. Ellos han sido uno de los grupos humanos más directamente afectados por la sequía y los impactos de las grandes industrias.
En este valle también viven los soñadores, los que huyeron de la ciudad para reencontrarse con la naturaleza, que querían vivir en un lugar tranquilo y tener un estilo de vida diferente. También son los que querían iniciar sus propios emprendimientos y los que van un paso adelante presionando para proteger la naturaleza y su medioambiente. Tenemos mucho que aprender de ellos.
Y es que el Cajón del Maipo es una amalgama de muchas pequeñas comunidades. El increíble acceso al aire libre y los paisajes rodeados de montañas, glaciares y ríos hacen de este lugar un destino turístico de clase mundial, una oportunidad que muchos han visto y aprovechado, iniciando su propio negocio para desarrollar la industria ecoturística en el área. Hay una gran cantidad de personas y familias emprendedoras que han desarrollado una economía local en el valle asociada con la recreación al aire libre y el turismo. Este es el primer desarrollo económico en el valle y estas personas también dependen del equilibrio del ecosistema y su integridad para mantener sus trabajos, negocios y estilos de vida.
El Maipo también está cargado de energía natural, una energía que es fuente de inspiración para muchos artistas, escritores, creadores artísticos, músicos y personas que encuentran la creatividad sintonizándose en una frecuencia diferente. Se les suele llamar “los hippies”, pero creo que tenemos mucho que aprender de ellos y de su conexión con los elementos naturales, de los que nuestras sociedades modernas nos han desconectado.
Por otro lado, el acceso a las montañas y ríos atrae a muchos entusiastas del aire libre y deportistas, que practican disciplinas en el valle y quieren experimentar una conexión con la naturaleza en lugares salvajes. Desafortunadamente, estas actividades también se han visto afectadas por las crecientes prohibiciones de acceso a estos lugares, ahora ampliamente controlados por las diversas empresas de la zona. La cabecera del valle en Río Colorado, el lugar donde vivo, alberga un área con veintiocho montañas de más de cinco mil metros (16.400 pies) sobre el nivel del mar y cerca de trescientos glaciares. Este es el terreno fiscal más grande en la zona central de Chile, un área de 142.000 hectáreas (359.000 acres), y el acceso está controlado por AES Andes, la misma empresa detrás del proyecto Alto Maipo. Recientemente me aventuré en una expedición de treinta días en las montañas de este valle tras burlar el control de acceso. Era la única forma posible de ingresar a esta increíble área.
Otra zona icónica prohibida para las personas, es una con dos espectaculares y grandes lagos, controlada por la empresa proveedora de agua potable Aguas Andinas, que también está asociada con Alto Maipo. El acceso a estas áreas está totalmente prohibido para todo el que quiera visitarlas. Hay otros treinta y tres conflictos relacionados con el acceso en la zona. Los lugares donde nos recreamos y practicamos nuestros deportes están bajo una gran amenaza en este momento y el acceso a ellos está completamente controlado por estas grandes corporaciones.
Los ambientalistas, conservacionistas y activistas son otro grupo de personas que han asumido un papel importante en la defensa del medio ambiente y la protección de su hogar aquí en el Cajón. Gracias a sus grandes esfuerzos, ahora tenemos algunas áreas de conservación, campañas de defensa del medioambiente y contra los proyectos extractivos de las grandes corporaciones, así como múltiples planes para vincular la protección del medio ambiente con la educación y las economías locales sostenibles. Lagunillas y Cascada de las Ánimas son dos áreas de conservación privada donde se ha trabajado arduamente para restaurar el ecosistema y preservar la biodiversidad. Muchas especies de plantas y animales en peligro de extinción viven en ellas.
Y ante la falta de protecciones estatales, nació también una campaña llamada “Queremos Parque”, cuyo objetivo principal es proteger ese enorme terreno fiscal de los valles de los ríos Colorado y Olivares, para conectarlo con otras áreas de conservación a su alrededor y así establecer un gran corredor biológico. Me siento afortunado de tener estas áreas en mi patio trasero y las conozco muy bien. Quiero ver estos lugares protegidos para que las futuras generaciones tengan la oportunidad de disfrutarlos como yo.
Este es un entorno interconectado. La forma de vida de las comunidades que habitan en el Cajón del Maipo depende directamente de la salud del territorio. Quienes vivimos en el Maipo dependemos de su integridad para actividades como el turismo, la recreación al aire libre, la educación y la conservación, lo que se vincula con aquello que muchas comunidades hacen en sus áreas de trabajo y que, a su vez, es lo que le da a este lugar una identidad única, que contrasta con las amenazas que suponen estos grandes proyectos destructivos. Para todas estas comunidades, cuidar nuestro medioambiente es una prioridad. Nosotros, las personas que queremos ver un cambio de rumbo en nuestro país, estamos unidos en la defensa y protección de este lugar, de esta tierra. La comunidad del Cajón del Maipo ha trabajado duro para reconstruir nuestra relación con el medio ambiente, que es exactamente lo que más necesita nuestro planeta en este momento. Necesitamos volver a imaginar el futuro, transformar nuestras economías y alejarnos de esta desagradable extracción y destrucción en nombre del “desarrollo”.
La siguiente pregunta es ¿y hacia dónde vamos?
Los problemas ambientales que enfrentamos en el área del Cajón del Maipo son, de muchas maneras, un espejo de lo que está sucediendo en tantas regiones a lo largo de Chile, donde tenemos muchas comunidades rurales amenazadas por los impactos de proyectos mineros, hidroeléctricos, forestales, etc., y que en su mayoría responden a inversiones de empresas extranjeras. Por lo estratégica que es esta cuenca para el país, Alto Maipo es el símbolo de la crisis que enfrenta nuestra economía y nuestro futuro en este momento. O seguimos tomando todo lo que podemos a expensas del medio ambiente, o cambiamos las reglas del juego por completo. Me parece que esta decisión es crucial para el futuro de la cuenca. Si como país permitimos que esta planta hidroeléctrica opere, entonces nuestro ecosistema sufrirá las consecuencias de nuestra negligencia como sociedad. Pero aquí tenemos la oportunidad de redefinir la dirección en la que han ido las cosas en el pasado y detener a Alto Maipo justo a tiempo antes de que sea demasiado tarde.
Todos podemos aportar a esos cambios y empezar a trabajar por nuestro medioambiente, una gran parte de la comunidad del Maipo ya ha iniciado el camino.
Aprende más sobre la lucha por salvar el Maipo y actúa por la protección de la cuenca en Patagonia.com/RunTo.
Felipe Cancino
Felipe es activista, trail runner y educador outdoor.