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El alpinismo de alta dificultad persiste en la cordillera Huayhuash, a pesar del efecto del clima en el recorrido de las rutas.
Todas las fotos por Drew Smith
En julio de 2022 con Vince Anderson escalamos la, hasta entonces incompleta, ruta italiana llamada Suerte, a través de la que alcanzamos la cumbre del Jirishanca, en Perú. La ruta, originalmente escalada hasta su arista en 2003, tiene dificultades que van del 5.13a a M7 y hasta WI6, lo que Vince denomina “un montón de psicodélica escalada en nieve”.
Viajé al Jirishanca por primera vez en 2015, con la emoción de un padre primerizo que buscaba un buen desafío de escalada técnica en una gran montaña, pero la inversión de tiempo, gastos y embarazosa logística que implica escalar en los Himalaya. El Jirishanca ofrecía rutas únicas de escalada libre en todos los estilos, pocos riesgos objetivos y se trataba de un proyecto relativamente cercano y económico para un estadounidense. Ahora claro, a la montaña poco le importaba mi entusiasmo y opuso gran resistencia a mi ascenso. Tras haber tenido que abandonar por malas condiciones climáticas en 2015 y 2018 —además de un ascenso que terminó angustiantemente cerca de la cumbre en 2019— por fin el año pasado las condiciones, el clima y las fuerzas del equipo coincidieron.
El Jirishanca era el último de los seismiles en la cordillera Huayhuash a escalar. Un equipo austriaco, liderado por Toni Egger, completó la primera ascensión en 1957 (sí, el mismo Toni Egger de la controversia de Cerro Torre). Tomando en cuenta el equipo de escalada existente para aquel entonces, su ascensión fue extraordinaria: los crampones no eran rígidos y se ajustaban solo con correas, y las secciones de hielo escarpado debían ser superadas tallando escalones
Al estudiar las fotografías tomadas durante la primera ascensión de los austriacos, hace sesenta años, se puede observar que la parte superior de la montaña se ha transformado, pasando de ser una amplia arista de nieve con poca inclinación, a una serie de empinados y complejos techos de hielo, hongos somitales y escalones de roca.
Este fue el primero de mis ascensos en el que fui consciente del doloroso y evidente efecto que ha tenido el cambio climático en la montaña. En cada uno de los cuatro viajes que hice a lo largo de siete años al Jirishanca, cada vez caminamos sobre menos glaciares para llegar a la base, encontramos menos hielo en pasadas clave y vimos que los impresionantes techos de hielo en la parte superior retrocedían revelando más roca poco consolidada. Esto hizo que escalar fuese más difícil en algunas zonas y más fácil en otras, pero siempre fue claro que las cosas estaban cambiando con mucha rapidez. En vista de lo cerca que llegamos de la cumbre en 2019, y del hecho de que mi viaje a Perú estaba íntimamente relacionado al derretimiento del hielo en la montaña, me cuestioné si tenía sentido volver. Al final, el proyecto resultó ser demasiado atractivo como para dejarlo pasar, pero la experiencia ha despertado un cambio. Decidí viajar menos para escalar y buscar objetivos inspiradores más cerca de casa. También he pasado bastante tiempo trabajando como voluntario en una granja de pastoreo regenerativo. Sé que no es suficiente, pero al menos es algo.
Tras dejar atrás la cumbre, el descenso se sintió eterno: tuvimos contratiempos para encontrar la ruta, cuerdas enredadas, una dura y fatigosa caminata desde el campamento base, buses, más buses, aviones, trayectos en auto. Parecía que llevábamos seis días seguidos haciendo rappel. Sentí que el descenso de verdad había terminado cuando llegué a la entrada de mi casa y les di un abrazo gigante a mi esposa y a mi hija.
Josh Wharton vive en Estes Park, Colorado, con su familia y sus seis gallinas, liderados por un maquiavélico leghorn llamado Thor el Destructor.
Vince Anderson vive en Grand Junction, Colorado, y divide su tiempo entre ser un “padre tradicional” para sus tres hijos y administrar su servicio de guías llamado Skyward Mountaineering.
Drew Smith vive en todos lados y en ninguno al mismo tiempo, siempre con su cámara en mano, sucio y feliz.
Josh Wharton
Aunque Josh ama todos los aspectos del deporte en general, su pasión principal es la escalada alpina. Se siente orgulloso de los ascensos que requieren un esfuerzo especial de su parte y de parte de sus compañeros, ya sea la voluntad de tomar grandes riesgos, entrenar duro o hacer algunos sacrificios mayores en la vida. Espera continuar tras esos sueños de escalada que lo inspiran, desde boulders de tres metros hasta rutas alpinas de tres mil.