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Cómo una joven familia abordó los 2,092 kilómetros del PCT (una pista: hubo caramelos involucrados).
Relato de Marketa Daley a Molly Baker.
Todas las fotos por Marketa Daley.
¿Es más importante tener tu propio hogar familiar o contar con la flexibilidad para definir uno? Un permiso de trabajo durante la época de pandemia les permitió a Marketa y David Daley reflexionar con respecto a esta pregunta en relación a sus vidas; y de hacerlo a fondo.
En compañía de sus tres hijos, todos menores de cinco años, los Daley recorrieron 2.092 kilómetros del Pacific Crest Trail, en California, comenzando en marzo de 2022. ¿Se divirtieron? Claro que sí, y además hicieron algunos descubrimientos, como que los niños son lo bastante ruidosos como para ahuyentar a los osos (al menos, esa es su teoría) y que la energía de los niños no tiene límite. Tras la primera semana de lo que fueron cinco meses de recorrido, la familia Daley por fin logró encontrar su propio espacio (fuera de la casa que compartían con los padres de Marketa), aún a pesar de los cientos de personas que calcularon haber visto a lo largo del sendero. Mientras que David sueña con tener su propio terreno para cultivar sus plantas y establecerse con su familia, Marketa desea seguir realizando este tipo de excursiones. Pero sin un gran fanatismo por criar en el sendero, la familia Daley podría tomar cualquiera de estos caminos. La cuestión es, ¿los niños pueden resistir una caminara así? Las siguientes palabras son también parte de sus reflexiones: si decides intentarlo, ¡que tengan increíbles aventuras! Tus pequeños te lo agradecerán algún día.
No renuncies en tu peor día
Molesto es una forma de describir un día de senderismo con esta familia. Los niños lloran a menudo y la mamá también quiere hacerlo. Entonces, ¿cómo fue que encontraron la manera de recorrer 2.092 kilómetros con Sequoia (cuatro años), Joshua (tres años) y Standa (un año y ocho meses)? Durante la primera semana en el sendero, Marketa estaba segura de que no podrían lograrlo, pero luego ocurrió la magia del séptimo día. La familia entera se acostumbró a su nuevo ritmo y ser padres se convirtió en una tarea más fácil de lo que era en casa. “Muchas cosas se desvanecen en estas caminatas de larga distancia”, dice Marketa. “Y los niños no necesitan adaptarse a todas las transiciones de una caminata de un día”. En el PCT dejaron de existir todas esas distracciones negativas. Los pequeños encontraron múltiples propósitos para todo lo que les rodeaba. Las rocas se transformaban en platos y plataformas de salto, los árboles en lugares de descanso y juguetes de escalada, los palos en cualquier otra cosa. Le dieron rienda suelta a su imaginación, pero también se disparó la necesidad de practicidad y concentración. Se convirtieron en compañeros a la hora de buscar buena sombra o un sitio para dormir en las noches, tareas que potenciaron la dinámica familiar. Los padres también evolucionaron. David define el tiempo en el sendero como una terapia para los adultos en la que los pensamientos persistentes desaparecen, dejando espacio para otros nuevos; un lugar donde encontró confianza en su propia paternidad. Marketa descubrió cómo asumir más de esos alocados riesgos que viven en su mente y que, al menos, todos merecían intentar caminar todo lo que pudieran. Y así sucedió, durante cinco meses, caminando hasta 27 kilómetros por día.
¡No olvides los dulces!
La logística y las elecciones relacionadas con la comida fueron bastante complicadas y principalmente procesadas. Cada cuatro o cinco días se reabastecían; David salía del sendero para comprar más calorías empacadas (él estaba a cargo de la comida, mientras que Marketa era la guerrera que ayudaba a toda la familia a superar las barreras mentales). Al hijo del medio, Joshua, le encnatan los chocolates Kit Kat y las paletas. Dejar de amar las tortillas no era opción para la familia, pues no podían empacar pan regular a causa del espacio. En cierto punto, pudieron haber ordenado una pizza ya que una zona en el sur del sendero atravesaba una carretera, pero se abstuvieron de hacerlo (en la actualidad, el servicio telefónico en el PCT es bastante decente, no como hace once años, cuando Marketa lo recorrió por primera vez). En general, consumían muchos dulces y alimentos con preservantes, casi nunca fruta o vegetales, el sueño de muchos niños. En cuanto a la hidratación, recargaban agua cada 32 kilómetros en promedio, por lo que a menudo les duraba un par de días.
Canta, vuela como avión y vuelve a cantar
¿Cómo mantenían a los niños activos? ¿E incluso a ellos mismos? Fingiendo ser aviones, caballos y autos de carrera, corriendo y galopando por el sendero. Cuando las cosas se ponían muy duras, Marketa y David se convertían en bestias salvajes que cazaban a Sequoia y a Joshua a lo largo del camino. Marketa usualmente llevaba a Standa, el más pequeño, en una mochila y recuerda haberle cantado una versión improvisada de Jingle Bells un día entero; reconoce que no se sabía toda la letra. Había también dulces especiales que utilizaban como soborno para que los niños llegaran a la siguiente parada. Debido a la necesidad de alimentar cinco bocas, tenían que mantener el ritmo para no quedarse sin comida. No hubo pausas para tomar una siesta o para observar las nubes.
No dejes más que huellas
Al llegar más lejos de lo que imaginaron, dieron por terminado el trayecto en Oregón producto del asma de Joshua. Estuvieron en contacto frecuente con su pediatra, quien apoyaba la iniciativa de llevar a los niños al PCT, pero que eventualmente recomendó concluir la travesía a causa de un brote de incendios forestales. ¿Cómo fue abandonar la excursión y volver a la vida normal? A los adultos les resultó extraño por alrededor de un mes. Marketa estaba deprimida y de inmediato comenzó a extrañar el sendero. David recuerda la incomodidad social. Tenían dificultad para expresar lo que acababan de experimentar. Para los niños la transición no representó ningún problema; después de todo, partes iguales de su realidad juvenil habían transcurrido tanto en el sendero como fuera de él. Sequoia, la mayor de los tres, recuerda la vida antes del PCT, pero Marketa y David han notado que la memoria de los dos menores comienza justo en él. El del medio, Joshua, tiene solo cuatro años en la actualidad, pero a menudo sus oraciones comienzan con la frase: “En el PCT”.
Marketa Daley
Marketa Daley es una madre excursionista que educa a sus tres niños en casa. Actualmente se encuentra escribiendo un libro sobre su travesía familiar de cinco meses en el sendero de la Cresta del Pacífico.