Si tenemos alguna esperanza de un planeta próspero, y más aún de un negocio, será necesario que todos hagamos lo que podamos con los recursos que tenemos. Esto es lo que podemos hacer.
El icono de olas grandes Greg Long, quien alguna vez ganó el Eddie Aikau Big Wave Invitational, le pasa la posta a la siguiente generación durante la increíble edición de 2024.
Al fin y al cabo, aparte de todas las transmisiones por internet, los equipos de prensa, los andamios, las carpas de souvenirs y los miles de espectadores asombrados con cada caída, la esencia del Eddie Aikau Big Wave Invitational nunca fue ganar. El Eddie, como se lo conoce, siempre se ha tratado de compartir.
El evento, en el que solo se puede competir con invitación, está dedicado al legendario hawaiano Eddie Aikau, un salvavidas local de North Shore y surfista de olas grandes fallecido en 1978. La logística consiste en elegir un día en específico dentro de un periodo de tres meses durante el invierno, uno en el que las olas alcancen los seis metros en escala hawaiana (más o menos doce en total) durante todo el día en Waimea Bay, Oahu.
El problema es que eso casi nunca se sucede. El 22 de diciembre de 2024 se llevó a cabo por undécima vez en sus cuarenta años de existencia. Pero, incluso en esa ocasión, casi lo cancelaron; el pronosticado swell gigante llegó un poco tarde, con olas de apenas tres metros en escala hawaiana poco después del amanecer. Los directores tuvieron que posponerlo por casi dos horas, hasta que comenzaron a aparecer olas más grandes. Corrían rumores desalentadores durante la madrugada, afirmando que sería solo una sesión de “expresión”. A pesar de esto, el swell no decepcionó a los treinta y cinco hombres y diez mujeres que participaron en el evento.
Justo debajo de la estación de salvavidas de Waimea Bay estaba yo, empinado sobre las puntas de mis pies para mirar sobre las cabezas de la multitud. Apunté mis binoculares al lineup y vi a Greg Long, ganador del Eddie 2009 y un tímido icono de las olas grandes. Dominaba su primera ola en el heat inicial del día: se precipitó profunda e inclinadamente detrás de Emi Erickson para ir a parar directo al canal, con suavidad. Detrás de mí, un lugareño le exclamó a su amigo: “¡Guau! ¿Viste a ese tipo? Greg Long. Es un duro, hermano”.
Greg camina por la playa con su gun bajo el brazo durante el Eddie de 2022. Foto: Ryan “Chachi” Craig.
Greg aún estaba recuperándose tras la cirugía de rodilla a la que se había sometido en octubre, unos pocos meses antes. De hecho, estuvo a punto de no asistir al evento de ese año. Pero el doctor le había dicho que podía participar siempre que no sufriera la misma torcedura en el mismo lugar de la pierna, lo que terminaría sucediendo de forma inevitable al surfear su segunda ola del día.
Tras concluir el primer heat, varios closeouts se agruparon fuera de la bahía, haciendo que los fotógrafos retrocedieran hacia la costa, sobre sus motos de agua. Fue entonces cuando Greg cojeó de regreso a la playa, rechazando con educación a todos aquellos que se ofrecían a ayudarlo con su tabla de tres metros.
Necesitaba completar el trayecto solo, por su cuenta, incluso con la rodilla destrozada. Unas semanas antes, en la ceremonia de apertura, anunció que esa sería su última participación en el evento. Renunciaba al puesto garantizado que le correspondía por ser uno de los diez ganadores de la competencia, para que alguien más pudiera tomar la oportunidad. Fue un gesto de gran impacto, considerando la magnitud del Eddie y el bajísimo número de personas que renuncian a su invitación.
Greg tenía veintiséis años cuando derrotó al once veces campeón de la World Surf League Kelly Slater, alzándose como ganador del Eddie en 2009. Llevaba ya una racha de triunfos en eventos de olas grandes celebrados en Mavericks, Dungeons e incluso Perú. Sin embargo, ganar el Eddie sería la guinda de la torta. De hecho, suele serlo para todo surfista de olas grandes.
Durante los quince años transcurridos desde entonces, Greg ha corrido olas enormes en todo el mundo, además se ha convertido en un talentoso orador y defensor del medioambiente; incluso ayudó a impulsar la forma moderna de entrar remando en Peahi (Jaws), junto a Shane Dorian.
Un discurso, un lei hawaiano y el trofeo más esquivo del surf de olas grandes: Greg acepta su lugar en la historia durante el Eddie de 2009. Foto: Mike Latronic.
Seguí a Greg hacia la zona de competidores, por detrás de las filas de camionetas estacionadas sobre el césped, en Waimea Bay Beach Park. Nos detuvimos a conversar junto a su vehículo, mientras la californiana Bianca Valenti se preparaba para competir. Era un momento tranquilo entre sets, sin embargo, el lugar se encontraba bastante animado.
La surfista francesa —quien hace poco había sido mamá— Justine Dupont participaba en el evento; tras arrasar en su heat, se acercó a cargar a su bebé recién nacido, quien asistía por primera vez al encuentro. Otros competidores, como Nate Florence, Mason Ho y Billy Kemper, dominaban drops imposibles en la desafiante rompiente de Waimea, arrancando vítores y aplausos de la multitud espectadora.
“Me sentiría más triste si me quedase aquí sentado en vez de ir a surfear en mi último Eddie, incluso sabiendo que una ola más podría dejarme fuera del agua por otros dos meses”, dijo Greg, descansando sobre el césped en Waimea Bay, apenas quejándose del dolor en su rodilla.
“He asistido a este evento cada año. Es un honor muy grande”, afirmó. “He sacado mis cuentas. Han pasado casi veinte años desde que apareció mi nombre en la lista de suplentes. Recuerdo lo que eso significó para mí siendo tan joven. También recuerdo cómo me sentí unos años más tarde, cuando recibí la invitación oficial, después de haber pasado mucho más tiempo aquí, en Hawái, en Waimea Bay. Fue un sueño hecho realidad; literalmente me puse a llorar. Pienso en cuántos jóvenes eran como yo hace veinte años... Aspirantes. Veo cuánto han tenido que esperar dentro de la lista de suplentes, e incluso como invitados a surfear. Pasa hasta con algunos de mis amigos más cercanos; se lo merecen tanto y, recién después de diez o quince años, se hace realidad también para ellos. Hay gente que espera una buena parte de su vida para ganarse la oportunidad de participar”.
Ben Wilkinson es un buen ejemplo de eso. Un australiano y padre de familia que decidió mudarse a North Shore. Se le conoce como “Big Ben” y es uno de los surfistas de olas grandes más respetados del mundo, con cuarenta años de edad. Ha estado en la lista de suplentes durante lo que ha parecido una eternidad; solo ha tenido la oportunidad de surfear una ronda en el Eddie. Hoy Greg cambiaría esa realidad.
Ben no dudó en aprovechar la oportunidad y tomó su lugar en el segundo heat de la tarde, cuando el swell estaba en su mejor momento.
Cuando se trata de compromiso, Ben Wilkinson no tiene ningún problema en asumirlo. Foto: Christa Funk.
“Ocurrió algo similar en 2016, cuando Noah Johnson se lastimó. Tuve que reemplazarlo en la segunda ronda. Así que ahora puedo decir que he participado oficialmente en un Eddie completo”, dijo Ben entre risas. “En cuanto a sustituir a Greg, no le deseo a nadie lastimarse en medio del evento, pero estoy aquí preparado para surfear, cumplir mi sueño y ponerle toda mi energía”.
En su heat, Ben dominó un set de closeouts muy hacia el oeste, por lo que casi terminó siendo arrastrado hacia una formación rocosa llamada “jump rock”. Logró evitar la situación haciendo bodysurfing, con una sonrisa traviesa en su rostro. Luego los socorristas lo trajeron de vuelta a la playa para que intentase surfear una última ola antes del final de su heat. Estaba claro para todos los presentes que nada le impediría sacar el mayor provecho posible del regalo que se le dio. Ben sabe que existe una lista secreta más allá de la que todos conocen, una repleta de hombres y mujeres deseosos de conseguir esa oportunidad que él sí tuvo.
Sentado en el césped, Greg continuó: “Tuve una trayectoria increíble. He competido en cuatro ediciones del Eddie y tuve el gran honor y privilegio de ganar la del 2009. Lo he vivido, y es una de las mejores experiencias del surf. Este evento en su totalidad y, sobre todo, ser parte de su celebración es grandioso. También lo es el saber que hay alguien más que tendrá la oportunidad de ser parte de él”.
Le pregunté qué era lo que hacía del evento, y del mismísimo Eddie Aikau, algo tan especial y venerado por los surfistas. Además de haberlo ganado, Greg también ha triunfado en innumerables competiciones de olas extragrandes a lo largo de los años, incluso consiguió un título del Big Wave World, de la WSL. Estas fueron sus palabras para responder a mi pregunta de por qué cualquier surfista en el mundo lo dejaría todo y viajaría desde donde fuese si recibiera una invitación:
“Eddie Aikau... Bueno. Era un ser humano excepcional”, dijo pensativo. “Dedicó su vida a estar al servicio de otros, protegió a quienes lo necesitaban. Como surfista, las historias que se cuentan de él aquí en Waimea son extraordinarias. Y como salvavidas, aún más excepcionales. Eddie encarna lo que significa ser una leyenda absoluta, dentro y fuera del agua, y eso es lo que se transmite en el espíritu de este evento”.
Luego Greg lanzó una mirada al valle, mientras los vientos alisios acompañaban nuestro silencio. “La vida pasa muy rápido, sobre todo ahora, y para mí, Waimea es el lugar en el que más me gusta estar. La belleza del valle, el espíritu de Eddie, su legado... No hay otro evento de surf en el mundo como este. De hecho, diría que ningún otro evento deportivo. Se viven tanto amor y aloha... Y, claro, también hay olas increíbles para complementar todo eso”, dijo sonriendo.
Greg (al centro, a la izquierda) y sus compañeros Ramón Navarro (al centro) e Ian Walsh (al centro, a la derecha), ambos embajadores de Patagonia, celebran el espíritu de Eddie Aikau en la ceremonia de apertura de 2014. Foto: Todd Glaser.
Más tarde ese mismo día, Landon McNamara, músico y residente de North Shore, encontraría su momento al surfear la ola que lo llevaría a lo más alto de la clasificación. Era uno de esos jóvenes que siempre había soñado con este día. London hizo un drop casi imposible y de alguna forma logró salir de las aguas turbulentas con una puntuación perfecta. Se convirtió en el único goofy en haber ganado el evento.
Le pregunté a Greg qué les diría a los jóvenes que por fin logran entrar a la lista de invitados, sobre todo a raíz de sus veinte años de experiencia y aprendizaje.
“Paciencia”, contestó, afirmando con la cabeza. “Si pudiera darles un consejo a quienes deciden explorar el surf de olas grandes, sería que fuesen pacientes. Tanto en el tiempo que toma llegar donde esperan llegar, es decir, sus logros y las olas que quieren surfear, como en el hecho de comprender que la vida es un viaje. Pensemos en los mejores surfistas de olas grandes del mundo. Algunos de ellos tienen más de cuarenta o cincuenta años. Se gana más sabiduría con la edad, y eso es algo que muchos jóvenes que quieren ser surfistas deberían comprender”.
Y continuó. “No hay prisa por llegar a la meta, porque la verdad es que nunca existirá una. Siempre habrá otro swell. Y luego vendrá uno más grande, y alguien correrá una ola aún mayor, la surfeará mejor también, y eso es parte de la diversión. Vas al agua y te expones, juegas el juego. Pero es la paciencia la que te ayudará a no tomar tantas decisiones imprudentes; evitará que te lastimes o incluso algo peor. Si no eres paciente, solo te alejarás del lugar al que quieres llegar”.
Un momento trascendental de recompensa en el que Greg se escurre por debajo de una cascada marina, en Waimea. Foto: Ryan “Chachi” Craig.
Luego hizo una pausa por un momento, ante los vítores y aplausos del público. El comentarista relataba a través del megáfono la salida de Jake Maki hacia la rompiente. Irónicamente, se trataba de una de esas “decisiones imprudentes” que Greg acababa de mencionar. Maki, otro local de North Shore y el competidor más joven del evento, había arrasado durante todo el día. Sus payasadas en la rompiente alborotaban a la multitud.
Greg sonrió y se encogió de hombros, como diciendo ¿Bueno, qué voy a saber yo?
“Pienso también que algo tan trivial como el surf y los swells no deben determinar tu felicidad; eso no puede ser lo único importante en tu vida”, agregó. “Me tomó bastante tiempo entenderlo. Estoy agradecido por el tipo de vida que el surf me regaló; aún tengo pensado correr algunas olas más, pero sí... Les diría a los más jóvenes que la felicidad no depende de los swells. Tampoco de ganar o perder competencias”.
Antes de partir, lo vi desearle a Bianca buena suerte en su siguiente heat. Compartió con ella algunos consejos sobre el lineup, luego ella se fue al agua.
“Si no puedes apreciar el simple hecho de estar aquí, sabiendo lo privilegiados que somos de tan solo poder caminar por la arena y surfear una ola, sin importar su tamaño, entonces necesitas reenfocarte”.
En la ceremonia de ese año, Greg tomó el micrófono para agradecer por el evento y también a la familia Aikau. Luego se retiró con elegancia, dando espacio a las próximas generaciones de surfistas. Foto: Tim Davis.
Igual que en el Eddie, al final no todo se trata de ganar. Sino de ser lo bastante paciente para saber cuándo es tu turno... Y cuándo darles a otros el suyo.
Naturalmente, Greg no pudo retirarse sin conseguir algún tipo de victoria antes; se le honró con el primer “Premio Aloha” del evento, en celebración de su generosidad.
Beau Flemister
Beau es un galardonado escritor de Kailua, Hawái. Trabajó como editor para Surfing Magazine, y sus textos han sido publicados en revistas como VICE, Outside, y The Surfer’s Journal, entre otras.