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Correr no va a solucionar el problema de la contaminación por pellets de madera. Pero puede crear comunidad e incentivar la conversación. Eso es un comienzo.
Todas las fotos por Elroy Johnson.
Son las 7:30 am en el camino de acceso al Bosque Nacional Homochitto, Mississippi, a poco más de 48 kilómetros de la ciudad de Gloster. La luz matutina ha comenzado a iluminar los imponentes pinos, robles y nogales cuando llega el primer autobús de corredores. Los pálidos rayos del sol atraviesan los árboles, tiñendo el dosel del bosque de un verde dorado intenso. Las sombras juegan a lo largo del sendero de tierra que serpentea a través de estos bosques, imitando la emoción que domina el aire cuando los corredores bajan del autobús y entran al Área Recreativa de Clear Springs. Por ahora los senderos están tranquilos, pero pronto se llenarán de pasos alegres. Todos están aquí para moverse usando dos de las formas más sencillas posibles para hacerlo: correr y caminar.
En otro sentido, sin embargo, lo que motiva a la multitud para estar aquí no es nada simple.
Los bosques de todo el Sudeste son cada vez más una fuente de perjuicios para quienes viven en su cercanía producto de la biomasa de pellets de madera, una alternativa energética cuya exportación está creciendo rápidamente en los Estados Unidos. Los árboles y los desechos de madera se convierten en pellets y envían a centrales eléctricas europeas que los queman para abastecer su red. La industria se promociona como un sustituto viable —y verde— del carbón, pero la verdad es más complicada. Organizaciones ambientalistas han documentado camiones cargados de árboles enteros de camino a las plantas de biomasa, a pesar de las afirmaciones de la industria de que los pellets provienen en gran medida de desechos de madera. La tala de bosques provoca la fragmentación de hábitats, pérdida de biodiversidad y un aumento de la erosión y las inundaciones.
Es más, las plantas procesadoras escupen contaminantes al aire que, según las investigaciones, pueden causar una serie de problemas respiratorios y otras afecciones a la salud de quienes viven cerca. En 2021, el estado de Mississippi multó a una empresa con sede en el Reino Unido, llamada Drax Biomass, con 2,5 millones de dólares por emitir tres veces más contaminación del aire de lo permitido legalmente. En Luisiana, Drax acordó pagar 3,2 millones de dólares en multas estatales por niveles de contaminación del aire similares.
La producción de pellets suele suceder en comunidades de color o de escasos recursos, donde los y las residentes tienden a estar privados de sus derechos políticos y sociales, una realidad que es común denominador para la presencia de la industria pesada.
Gloster, en Mississippi, es uno de esos lugares. Esta ciudad ronda los 1.100 habitantes y es aproximadamente 72% afroamericana, con un 38,5% de la población viviendo bajo la línea de la pobreza y limitado acceso a recursos médicos (el ingreso familiar medio en Gloster es de 18.814 dólares). Una empresa de biomasa del Reino Unido llamada Amite BioEnergy, propiedad de Drax, explota una operación maderera de 6.600 kilómetros cuadrados que se extiende por el suroeste de Mississippi y el norte de Luisiana. Esta empresa también posee una planta procesadora a aproximadamente un kilómetro y medio de la ciudad.
Muchos residentes hablan de enfermedades respiratorias, cáncer y muertes inesperadas en la comunidad, así como de poca poco trabajo a su favor. Pero, al mismo tiempo, dependen de la operación de biomasa para pagar los servicios públicos de la ciudad.
"Es bueno tener plantas aquí en Gloster, pero queremos que nos protejan", dice la residente Mabel Williams. “He visto problemas respiratorios en la gente y mucho han estado enfermos. Escuché que una señora que vivía cerca de la planta perdió dos bebés. Eso afecta a la comunidad”. Drax ha violado dos veces los estándares de calidad del aire y ha sido multada. Pero en esas situaciones, los fondos rara vez llegan a las comunidades que se ven directamente afectadas por la contaminación.
La primera vez que descubrí el daño que provoca la industria de la biomasa fue cuando era estudiante de posgrado en Carolina del Norte. Después de ver con mis propios ojos grandes extensiones de bosque talado, aprendí sobre la industria de la biomasa y decidí seguir el ejemplo de otros corredores que habían utilizado su deporte como activismo. Quería crear un evento que construyera una comunidad y fomentara el compromiso cívico contra la dañina producción de biomasa. Comencé a involucrarme en el tema a través de Dogwood Alliance y Southern Echo, lo que finalmente me llevó a Gloster. Así, junto a la comunidad de Gloster creamos Equitable Action Run Towards Health (EARTH): un foro para el movimiento comunitario cerca de la propia fuente extractiva que está afectando a quienes viven cerca.
Elegimos organizar el evento en el Área Recreativa de Clear Springs. Este campamento es un portal hacia kilómetros de bosques públicos, pero muchos de quienes participaron dijeron que nunca habían visitado su lago ni sus senderos. En el Sudeste, la mayor parte de la tierra es de propiedad privada, lo que dificulta la recreación y facilita un poco el negocio de la biomasa, porque las empresas son propietarias de los bosques que talan o se los arriendan a sus dueños. En Florida, Carolina del Norte, Arkansas y Tennessee, más de 70.400 hectáreas de tierras públicas están rodeadas de propiedad privada, sin caminos públicos ni senderos para acceder a ellas. Los problemas de acceso se han visto exacerbados por una larga y compleja tradición cultural de excluir a las personas de color de las actividades al aire libre.
En Gloster, muchas personas hablan del escaso acceso a senderos y a la recreación, así como de no querer estar en lugares desconocidos sin alguien de confianza. Muchos comparten percepciones negativas sobre las actividades al aire libre y han experimentado una suerte de campaña del terror respecto a dónde se espera que estén las personas afroamericanas. En lugares como Gloster, no se oye a la gente hablar de aventuras o de enfrentar riesgos deportivos, porque aquí las actividades al aire libre conllevan un conjunto de riesgos muy diferente: los que vienen de la violencia por parte de otras personas.
Cuando niña, en Georgia, era testaruda y quizás hasta ingenua en mi determinación por experimentar el mundo como quería, a pesar de las advertencias de los demás. Mis experiencias formativas como corredora fueron en lugares como este bosque nacional. Los bosques de Georgia, Carolina del Norte, Texas y Mississippi saludaron mis pies y agitaron mi aliento, mi curiosidad y mi amor por el medioambiente. Aunque en el fondo de mi mente siempre ha persistido habido una preocupación.
¿Se me permite estar aquí?
¿Estoy a salvo?
El simple hecho de existir aquí conlleva una amenaza de violencia cuyas raíces se conectan con la historia de esclavitud de mis antepasados.
Por todas estas razones, no estaba segura de si organizar una carrera era la forma correcta de abordar la injusticia ambiental de la industria de los pellets de madera. Soy una corredora del sudeste, pero también soy una forastera que intenta organizar un evento en un estado y una ciudad de la que no soy, con gente que necesita mucho más de lo que una sola persona puede ofrecer.
La mayor parte de mis dudas desaparecieron una vez que llegó la mañana del evento. La reunión fue pequeña, pero las sonrisas y los abrazos fueron enormes. Todos estaban emocionados de moverse juntos. Quienes iban a correr 16 kilómetros salieron primero, inundando el sendero con el alegre sonido de los pies moviendo las hojas del suelo. Mientras tanto, los corredores de 8 y 3 kilómetros esperaban su hora de largada y observaban la escena. Los niños jugaban mientras los adultos ayudaban a fijar sus números. La Dra. Krystal Martin, una activista local, repartió prendedores con la frase: "Quiero respirar". A las 9:00 a.m. largamos a los corredores de 8K al bosque. Una hora más tarde, los de 3K tomaron un sendero alrededor del campamento.
Otros miembros de la comunidad aplaudieron desde el costado del camino mientras niños, padres y abuelos caminaban y corrían juntos. Algunos de los participantes eran locales de Gloster; otros eran ciudadanos preocupados que condujeron desde otras partes del sudeste simplemente porque querían aprender, participar y conectarse. Incluso el conductor del autobús, el Sr. Bradley, decidió unirse. Este vínculo multigeneracional es parte integral de la comunidad de Gloster. Ante la peligrosa contaminación del aire provocada por la industria del pellet, todos se preocupan por los demás.
Ni tomar una curva equivocada pudo arruinar el estado de ánimo. Una hora después del inicio me enteré de que un par de corredores de 8K no se habían registrado en el puesto de socorro a mitad de camino. Ambos tenían experiencia corriendo, pero eran nuevos en los senderos. Me adentré en el bosque, recorrí el sendero hacia atrás y grité al viento, preocupada de que esta experiencia arruinara su opinión sobre el trail running.
Cuando los encontré, ambos sonreían y relataron con entusiasmo la experiencia de atravesar lechos de ríos, trepar por troncos y encontrar vida silvestre. Sus historias me recordaron mis propias equivocaciones en la navegación y la belleza de perderme en estos lugares. Mientras corríamos y caminábamos juntos los últimos 5 kilómetros del recorrido hablamos de todo, desde la belleza del bosque y la importancia de protegerlo a la necesidad de mayor igualdad y liderazgo femenino.
La corrida EARTH nunca tuvo como objetivo derribar la industria de la biomasa. Más bien fue concebida como una instancia para generar conversación, una oportunidad para que las personas se conectaran con otras personas que de otro modo nunca habrían conocido, una fuente de inspiración para generar conexiones más profundas con estos bosques y un ejemplo de cómo puede ser la acción colectiva.
Había pasado meses preocupándome por el evento, tratando constantemente de explicar a la gente cómo el movimiento con otros puede ser una chispa para el cambio y cómo la comunidad de corredores había tenido ese efecto en mí. Escuchar a la gente entusiasmarse por descubrir juntos el bosque y ver los senderos convertirse en el telón de fondo para una conversación significativa fue la verdadera señal del éxito.
Correr no resolverá el complejo tira y afloja respecto de cómo son realmente las industrias y economías sostenibles. Pero es una fuente de empoderamiento y alegría. Y en el camino hacia un futuro limpio y equitativo, eso es igualmente importante.
Nota del editor: ¿Quieres apoyar a Gloster y otras comunidades similares en la lucha contra la industria de la biomasa? Visita Earthgloster.com para donar y obtener más información.
Peyton Thomas
Peyton es embajadora de Patagonia Trail Running y científica ambiental. Participa en la promoción de políticas climáticas y busca aprovechar la comunidad como mecanismo para el cambio social.