Por Steve House
En 2005, Steve House y Vince Anderson escalaron una nueva ruta directa en la pared de Rupal del Nanga Parbat. Este texto fue originalmente publicado como un reporte de terreno para Patagonia, poco tiempo después de su regreso a casa.
El 6 de septiembre, a las 17:45, Vince Anderson y yo nos paramos en la cumbre, sin viento, del Nanga Parbat tras seis días escalando. Habíamos escalado una ruta nueva y directa en la pared de Rupal. Una cara famosa por ser una de las más grandes, si no la más grande, pared en el mundo y porque vio su primer asenso en 1970 de la mano de Reinhold y Gunther Messner.
La pared de Rupal del Nanga Parbat con la línea Anderson-House, de septiembre 2005, expuesta.
Vince y yo comenzamos a escalar a las 4:00 am del 1 de septiembre, cargando 16 kilos de equipo cada uno. Habíamos reducido el equipo a lo mínimo que pensamos sería necesario. Llevamos una carpa de 1kg. y un saco de dormir sintético que había cosido especialmente para esta ruta. Teníamos el mínimo de comida y combustible. Nuestro rack consistía en 3 cams, 10 stoppers, 9 pitones de titanio, 5 tornillos de hielo y 10 runners. Escalamos con una cuerda de 8mm y llevamos otra estática de 5mm para usar en los muchos rapeles que significaría descender de la pared. Cada una de 50 metros de largo.
Las primeras dos noches seguimos la ruta que yo había escalado junto a Brice Miller en 2004 (hasta los 7.500 metros, sin cumbre). Al tercer día, buscando algo más de aventura que solo completar la línea de 2004 y tener que lidiar con más nieve de la que encontramos entonces, con Vince nos fuimos directo hacia arriba por el prominente pilar en el centro de la pared.
Ese día escalamos muchos largos (perdimos la cuenta como a los 15, y si consideras la escalada en simultáneo probablemente fueron más de 30). Tras 18 horas de escalada finalmente alcanzamos un lugar en donde podíamos vivaquear.
Yo estaba más nervioso por el día siguiente. Hasta entonces habíamos escalado una línea directa hermosa y más bien segura. Pero las fotos que tenía y el reconocimiento que había hecho revelaban que no había un camino sencillo a través de la barrera de rocas que estaba sobre nosotros. Tras varias horas de escalada en hielo moderada que hicimos sin cuerda, nos tomamos un descanso justo bajo la sección decisiva. Yo esperaba una línea de hielo que pudiéramos escalar rápido. Después de tomar una bocanada de aire, me lancé por la derecha y recibí el regalo de descubrir una cascada grado 3 o 4 justo arriba de nosotros. Estaba tan feliz y con tantas ganas de hacer esta sección lo más rápido posible que escalé sin cuerda los 50 metros de hielo con mi mochila a la espalda, mientras Vince esperaba abajo. En ese momento sentí como si volara montaña arriba, estaba tan feliz de haber encontrado el camino preciso. Al terminar el largo, bajé la cuerda para asegurar a Vince desde arriba.
Seguí punteando por el resto de la tarde y la noche. Tan rápido como nos fue posible escalamos varias pasadas de hielo bastante empinadas (aunque no tan exigentes). Las condiciones eran excelentes, pero pronto necesitaríamos encontrar dónde dormir.
Aquí es cuando tuvimos nuestro más cercano encuentro con el desastre. Estábamos escalando en simultáneo, conmigo punteando, y estaba tratando de salir sobre un filo angosto esperando descubrir un lugar para poner la carpa. Mientras me montaba en la cornisa, esta se quebró justo debajo de mí. Mis pies colgaron y uno de los piolets se salió de su agujero, pero afortunadamente el otro piolet se mantuvo firme, pude poner mis pies de nuevo y me balanceé rápidamente hacia el otro lado del filo, que desafortunadamente era igual de empinado en esa otra cara. Grandes trozos de nieve dura golpearon a Vince, que afortunadamente no salió volando. Si así hubiera sido, estoy seguro de que mi único piolet no nos habría soportado a los dos y mi último tornillo estaba más de 20 metros abajo. Fue un momento muy peligroso.
Al final pudimos salir sobre el filo con solo 20 metros más de escalada y logramos anclar la carpa en un espacio pequeñito y expuesto (pero plano).
En la mañana rapeleamos a la garganta de hielo principal y continuamos hacia nuestro vivac alto a casi 7.400 metros. Este día fue agotador solo por la altitud, ya que las dificultades técnicas disminuyeron a medida que ascendíamos.
El día de cumbre fue uno de los más físicamente duros que he tenido en las montañas. Habíamos escalado por cinco días con muy pocas posibilidades de recuperarnos. Afortunadamente el clima era perfecto. Pero no estaba seguro de que tendríamos éxito hasta que llegamos justo por debajo de la cumbre sur, por sobre los 8.000 metros, y pudimos ver esos últimos sencillos metros hasta lo más alto.
El descenso sucedió tarde en la noche. Cometimos errores y escalamos lento. Casi perdimos nuestro cordín de 5 mm y tuvimos problemas con los rapeles, que parecían siempre estar enredándose o atascándose.
En la mañana empacamos lo antes posible y nos organizamos para el descenso. Nuestro plan era rapelear la empinada pared debajo nuestro hacia el campo de hielo de Merkyl, donde podríamos montarnos en la ruta de Messner de 1970 y seguirla hasta la base de la pared. El clima aún estaba bueno, pero durante la tarde las nubes mostraron algunos signos de que eso terminaría pronto.
Hicimos muchos rapeles ese día y desescalamos todo lo que pudimos. Continuamos hasta tarde en la noche, para detenernos unos dos mil metros más bajo de donde comenzamos (aproximadamente a 5.500 metros) cuando a Vince se le cayó la linterna y mis baterías comenzaron a fallar.
Al día siguiente avanzamos hacia el valle parsimoniosamente y al comenzar la tarde encontramos a nuestro oficial de enlace y a varios entusiastas locales cerca del campamento base de 1970. Tras un día completo de descanso tuvimos que empacar y salir caminando, para que Vince pudiera tomar su vuelo el 14 y llegar a su trabajo como supervisor de guías el 16 de septiembre.
Resumen: Nanga Parbat, 8125m. Pilar Central de la Pared de Rupal. 1 al 8 de septiembre de 2005. Anderson/House. (4.100m, M5 X, 5.9, WI4).
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